Eduardo evitó toda su vida cualquier protagonismo, le ponía muy nervioso hablar en primera persona. De hecho, alguna vez comentó que le gustaba mucho un letrero del bar de la ciudad de Inca al que íbamos a merendar después de mañanitas, el cual ponía: “No hables tanto de ti mismo, ya hablaremos nosotros cuando te hayas ido”.
Ya nos disculparás Eduardo, pero pensamos que vale la pena seguir hablando de ti.
Para los que no le han conocido o simplemente han coincidido poco con él, se podría presentar a Eduardo como el fundador de los Cursillos, para el que le ha conocido o ha tenido trato con Eduardo, lo que siempre ha impactado es la persona, porque ya recibía trato de AMIGO. Impactaba su cercanía, su bondad, su sabiduría, su sentido del humor, su Fe en Cristo y su Fe en La Persona. Su atención hacia la persona que tenía delante. Eduardo movía y removía para que saliera lo mejor de ti.
Y es que al igual que podemos afirmar que la mentalidad de Cursillos es la mentalidad de Eduardo Bonnín, la vivencia de esa mentalidad se refleja en la persona de Eduardo y en su vida.
La coherencia entre la mentalidad de Eduardo y su persona es innegable. Por eso iré sacando rasgos o virtudes de la persona de Eduardo que lo son también de la mentalidad de Cursillos.
¿Cómo era la persona de Eduardo Bonnín?
CARACTER OPTMISTA: El mundo siempre ha estado mal, pero muchas cosas han ido a mejor, tal como los derechos sociales y la dignidad de la persona. Pero Eduardo afirmaba que las personas son cada vez mejores, más sinceras.
CON UN OPTIMISMO CASI TRIUNFALISTA: Con un Santo triunfalismo. (Santo orgullo, Santa ambición) Convencido de la gran potencia del Evangelio cuando se hace vida. Realmente estaba convencido cuando decía en algún foro, que si los que estaban presentes se tomaban a partir de ese momento realmente en serio vivir el Evangelio, entonces el mundo estaba salvado.
El mundo se puede arreglar en dos minutos y sobra uno HUMILDAD: Toda su vida evitó cualquier protagonismo.
Cuentan que en un encuentro cursillista durante uno de sus viajes a los que le invitaban a asistir, se propuso que cada uno hiciera una presentación personal. Uno se levantaba y decía, me llamo fulano de tal, fui al cursillo número x, he ido 10 veces de dirigente, 8 veces de Rector y he trabajado 10 años en el secretariado... así uno tras otro. Cuando le tocó el turno a Eduardo, se levantó y dijo: me llamo Eduardo Bonnín... cursillista.
Como sabéis este rubor ante el ponerse de protagonista de nada, ha pasado factura a la historia de cursillos, ya que al querer emplear siempre el plural mayestático en la explicación de los inicios de los cursillos y en la explicación de la mentalidad qué surgieron (nos reunimos,… hicimos,….siempre hemos pensado que), ha provocado que otros se hayan dejado colocar entre los iniciadores del movimiento cuando muchas veces estaban allí para evitar y vigilar posibles desviaciones de los dogmas de Fe ante el empuje de lo seglar.
Alguien me comentó alguna vez, que le daba mucha rabia que Eduardo dijera tantas veces aquello tan suyo de decirte cuando te cruzabas con él: “¿ya lo has encontrado? Si encuentras a uno más tonto que yo, preséntamelo”. Le daba rabia porque esta persona decía que eso era una falsa humildad. Yo creo que había mucho de sentido del humor mallorquín y una manera de ponerse el último porque el primero es el Espíritu Santo.
Era coherente con aquello de que más importante que “creer saber es saber creer”.
Hubo un hecho, el de los condenados a muerte, que marcó profundamente a Eduardo. De hecho, estuvo un mes sin poder dormir una hora seguida. Pienso que, para él, el hecho de que unos asesinos despiadados, cuando se quitaron las corazas y caretas, a unas horas de ser ajusticiados fueran capaces de arrepentirse, confesarse y sentirse perdonados y abrazados por el Señor, fue la confirmación de su intuición del gran amor sanador de Dios y que es un amor para todos y sin distinción.
Estoy convencido que Eduardo no potenció explicar esta experiencia por evitar parecer que se ponía de protagonista. EL EN VERDAD VEÍA EN CUALQUIER LOGRO, LA MANO DE DIOS.
Le ponía muy nervioso que le alabaran, en privado lo cortaba de raíz y en público decía aquello de “Yo no voy a decir que tal persona es un mentiroso, pero lo que digo es que me gustaría que algún día todo lo que ha dicho sea verdad” que es una manera muy elegante de salir del paso.
OBEDIENTE
Es conocida la anécdota que nos contó el amigo Javier Zaforteza cuando Miguel Sureda le pidió a Eduardo que le hiciera el Tratamiento Individual y Eduardo entendió Testamento Espiritual. Teniendo en cuenta que Javier acababa de llegar a Cursillos y que el Testamento no estaba publicado, da a entender que Eduardo hacía lo que le pedían sin pedir explicaciones
Como algunos sabéis cuando en 1955 el Dr. Hervás sale de Mallorca y para sustituirle se nombra al Obispo Enciso, éste mediante una carta pastoral suspende todas las actividades del Movimiento de Cursillos de Cristiandad en Mallorca.
Ante esta situación le preguntaron a Eduardo: ¿Y ahora qué vas a hacer? A lo que éste contestó: “Pues obedecer, porque si el que tiene que obedecer no obedece, el que manda creerá que, si las cosas van mal, no es porque él manda mal, sino porque no es obedecido”.
CELOSO DE SU LIBERTAD Y DE SU PENSAMIENTO
Contaba Eduardo: “Una vez le consulté a un cura si podía leer Ortega y Gasset, me dijo que no, pero yo lo leí de todas maneras. Imagínate lo tonto que hubiera sido si no lo hubiera leído”
Algunos piensan que no se hizo cura para poder mantener esa autonomía y esa libertad ya que los sacerdotes tienen voto de obediencia. Otros piensan que no se casó porque no tenía tiempo. Lo peor que le pueden hacer a un hombre es robar su pensamiento. Le preocupaba mucho cuando empleaban sus palabras para mutilar el sentido y a veces decir justo lo contrario de su opinión.
RESPETUOSO CON LOS DEMÁS
En ciertos momentos podemos intuir que él sentía cierta incomprensión ante el ardor de Espíritu Santo que él sentía y que a veces no percibía en los demás.
Con todo, siempre fue totalmente respetuoso con el proceso personal de todos y cada uno.
Sabiendo que todos somos capaces de lo mejor y de lo peor.
Daba botes de alegría cuando alguien proponía una buena idea y hacía todo lo posible por apoyarla.
Pero era celoso del que pretendiera hacerse protagonista o coger el mando para tergiversar el carisma de los Cursillos y su finalidad.
ADMIRADO POR TODO LO HUMANO
Admiraba lo original de cada persona, lo propio de cada uno, así como la espontaneidad natural y verdadera, las verdades de cada uno, la opinión de cada uno cuando era reflexionada. También la convicción de cada uno; así como cuando un preso le dijo “aquí estamos las personas que siempre hemos hecho lo que hemos querido”.
Cuando ya de mayor se cayó en la calle y cuando lo contaba decía que todo el mundo se preocupó tanto por él y ver que había tanta gente buena que le dio ganas de volverse a caer.
¡Lo de El Corte Inglés es genial!! Ante la pregunta de un periodista sobre cuando se sentía más cerca de Dios, Eduardo responde: allá donde hay gente y cuanta más gente, más cerca de Dios.
Si a tal persona no la entiendes es que no la amas, si la amaras la comprenderías siempre.
INSATISFECHO
Hay que estar contentos, nunca satisfechos.
No está bien lo que estando bien podría estar mejor. Tratándose de la salud solo lo mejor es lo bueno.
Los cursillos de cristiandad son una realidad aún no realizada.
Esto de haber llegado no iba con Eduardo, por eso se definía a él mismo como un aprendiz de cristiano.
Creo que ya contaba con 80 años cuando empezó a ir a clases de informática. Tengo la manía de estar al corriente de las corrientes que corren.
Solo hay que creer lo que no podemos saber.
No es que fuera perfeccionista por defecto, lo era por virtud, por amor en cada cosa que hacía.
OBSERVADOR Y DETALLISTA
Abierto a las realidades del mundo / Atento a las personas.
Ya desde el principio se dio cuenta que el ambiente tiene más fuerza que las estructuras.
La caridad es amor, vive del por menor y procede microscópicamente. Contaba Loren el otro día que en unas mañanitas en Son Fe Javier Zaforteza y él ayudaron a Eduardo a bajar las escaleras y cuando les agradeció la ayuda, le dijeron bromeando que no era gratis, que el favor valía 10 pajaritas. En la clausura del mismo cursillo Eduardo entregó una bolsita a cada uno con 10 pajaritas.
Tenía devoción a la Virgen del detalle Su disponibilidad hacia cada uno:
Eduardo guardaba entre uno de sus momentos que se emocionaba al recordarlo a lo que sucedió cuando un día ya bastante tarde al llegar a su casa, una de sus hermanas le dio un recado de un amigo que necesitaba hablar con él fuese la hora que fuese. Eduardo ya de noche se presentó en casa de este amigo y al abrirle la puerta le dijo: “Sabía que vendrías”.
LISTO
Sabéis que Eduardo iba semanalmente a la prisión de Palma a mezclarse entre los presos. Una vez vi en la mesa del despacho de mi padre un paquete de tabaco que me llamó la atención. Era un paquete antiguo de la marca Camel. Es un paquete que Eduardo se llevaba a la prisión por si alguien le quería engañar para traerle un paquete de fuera y él se lo enseñaba diciendo que ya tenía el carnet (De Camello).
Si alguien piadoso le preguntaba qué hacía en la prisión, el respondía: aprender.
Y es que, en el aula, si no es tonto, el que más aprende es el profesor.
NORMALIDAD
No era una persona normal, pero que apostaba por vivir en cristiano en la normalidad de cada uno.
No se dejaba deslumbrar por nada más que no fuera por las maravillas del Señor en cada persona. Lo extraordinario no era lo que más valoraba.
“Hay que procurar que el Cristo heroico no desplace al Cristo doméstico, corriente, cotidiano, el que se mezcla con el vivir de cada hombre, dando sentido a todas sus acciones y un brillo nuevo a la realidad de su existir”.
Cuando Eduardo volvía de sus viajes, él seguía en su agenda normal sin que mucha gente supiera ni que había estado fuera unos días.
CRISTOLÓGICO
Las parábolas del Evangelio fueron propuestas por lo que el Señor quería inculcar y demostrar, no para aplicarlas fuera de su situación y contexto.
SENTIDO DEL HUMOR
Sobre todo, para reírse de uno mismo.
Sus ocurrencias y giros de palabras estaban al servicio de cada oportunidad para dar luz y quitar hierro a cada situación.
ALEGRIA
Lo que pasa en el mundo nos tiene que inquietar, pero no nos tiene que quitar la alegría, el Señor nos quiere felices.
Pesa mucho más lo que tenemos que agradecer que cualquier otra cosa.
Os reconozco que sentía una santa envidia cuando veía a Eduardo con un grupo de personas pasárselo tan bien.
AGRADECIDO
Cuando le decían, ¡que Dios te lo pague Eduardo! Él contestaba que se lo tendría que descontar porque se sentía pagado por adelantado.
Mi relación con Eduardo
- Solo le visité dos veces.
Cuchillo del atracador: Entró un ladrón en su casa para atracarlo. “Vaya cuchillo más bonito! Te lo compro. ¿Cuánto me pides por él?
- Me invito a ir de viaje con él
El Señor me hizo un regalo: Estuve con mi padre y con dos hermanas de Eduardo en el sacramento de unción de los enfermos de Eduardo.