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4/MAR/2025
Francesc Ventura I Rubi Espluges
Conhecer Eduardo Bonnín Aguiló transformou minha vida. Desde a primeira vez que o vi servindo um jantar, sua humildade me impactou profundamente. Eduardo me mostrou a força da amizade como meio para comunicar o amor de Deus. Sempre respeitou a liberdade de cada pessoa, sendo um profeta à frente de seu tempo. Seu carisma e sabedoria encarnavam as ideias que professava, inspirando-me a trabalhar por um Movimento de Cursilhos autêntico. Ele é como uma estrela que ilumina o caminho da vida.

Había oído hablar de Eduardo por primera vez a los cursillistas de Terrassa allá por los años 1962 -1963: la admiración hacia sus ideas era extraordinaria, era como descubrir un nuevo firmamento; provocaban en ellos y en mí entusiasmo y una firme decisión de llevarlas a la vida y experimentarlas.

En el año 1963 me invitaron a la clausura del cursillo de cursillos celebrado en Corbera de Llobregat. Antes de la cena tomé asiento en una mesa junto a Ramón Bassiner de Terrassa; nos sirvieron los platos, y luego Ramón me preguntó: ¿no conoces a Eduardo?, No, le dije, ¿quién es?, el que nos acaba de servir… Fue mi primer encuentro con él. ¡Aquel del cual hablaban con tanto entusiasmo me había servido la cena! La sorpresa me produjo un gran impacto, además de acrecentar mi admiración. En la clausura intervinieron todos los asistentes, manifestándose admirados de lo que habían descubierto en el cursillo de cursillos; al final un jovencísimo Xisco Forteza leyó un documento sobre la vivencia del cursillo celebrado.

El siguiente encuentro con Eduardo fue en una Ultreya Diocesana celebrada en Rubí, en abril del año 1973, organizada por los cursillistas de la Ultreya de Esplugues de Llobregat. Constaté, en vivo y en directo, la fuerza clarificadora de sus palabras, que denotaban su fe, esperanza, amor a Dios y a las personas. Los que estábamos allí oímos por primera vez, que cursillos era la mejor noticia —que Dios en Jesucristo ama a todos los hombres-, comunicada por el mejor medio -que es la amistad—, hacia lo mejor de cada uno —que es su ser de persona—. Esta proclamación de la finalidad del cursillo de cristiandad me descubrió una panorámica y un camino ilusionantes.

En el mes de marzo del año 1974, el hermano Jaime Nadal de la Orden Hospitalaria de los Hermanos de San Juan de Dios invitó a Eduardo a la Ultreya de Sant Boi que se celebraba en las dependencias del Hospital Psiquiátrico. Al final de la Ultreya se habló de la posibilidad de organizar un cursillo de cursillos, que efectivamente se celebró en el mes de junio del mismo año en la casa seminario que posee la Orden Hospitalaria en Sant Antoni de Vilamajor, situada al pie del Montseny.

En aquella época, en la escuela diocesana de dirigentes de cursillos de Barcelona habían aparecido orientaciones distintas a lo que consideramos la vivencia de lo fundamental cristiano. Ello causó situaciones contradictorias y que originaron una manifiesta división entre los que entendían “el cómo y por qué”, explicitado en una publicación del Secretariado Nacional de Cursillos de Cristiandad, fruto del esfuerzo y trabajo de Eduardo Bonnin, P. Juan Capó y los primeros dirigentes de cursillos, frente a los restantes dirigentes diocesanos que se sentían atraídos por las “renovaciones” de los cursillos dirigidos por los eclesiásticos, que a su manera pretendían que un movimiento seglar, como el Movimiento de Cursillos, modificara su finalidad y sirviera básicamente para ayudar y reforzar las parroquias en sus actividades eclesiales.

Ante esta situación de la escuela, los asistentes fuimos advertidos por el secretariado diocesano, que no veía con buenos ojos la realización del cursillo de cursillos antes mencionado; por ello, aconsejaba que no se asistiera al mismo.

Finalmente, el cursillo de Cursillos se celebró, y por la Gracia de Dios y el esfuerzo de Eduardo Bonnin, D. Francisco Suárez, Toni Darder y Nuria Gracia, resultó tal inyección de ánimo y de mentalidad para todos los que asistimos, que nos renovó las ansias apostólicas junto a la decisión de seguir trabajando por el auténtico Movimiento de Cursillos. Podría hablaros de muchas expresiones de Eduardo que pude anotar y que me han marcado el camino, santas y sabias expresiones que me han llenado de gozo al incorporarlas a mi vida, tales como:

* Un hombre es grande no porqué hace cosas grandes o importantes, sino por la actitud que toma frente a las que no puede hacer.

* El cursillo pretende que uno se acepte como es, que comprenda que siempre puede ser mejor y que tenga el “buen gusto” de hacer el camino en compañía (de Cristo y de los demás hombres).

* La Ultreya no es un acontecimiento de la vida. En la Ultreya la vida es un acontecimiento.

* El hombre es feliz cuando ama y se sabe amado. El cristiano es el que se sabe amado por Dios y a veces se siente amado.

* Las faltas de fidelidad son faltas de finalidad, es el no saber a dónde vamos por la vida.

Posteriormente, siendo consiliario nacional el obispo Dr. Campmany, se propuso una novedad a los cursillos: hacerlos mixtos “renovados”, los cuales se presentaron en todas las diócesis como la “puesta al día” y la modernización de cursillos. Esta modernización llevó consigo la sustitución de unos rollos por otros, la agrupación de rollos en uno solo, la supresión del rollo “Cursillista más allá del Cursillo”, así como de expresiones y cantos propios de cursillos. Con todo ello se daba la impresión de evocar círculos de estudio de tiempos pasados mezclados con ciertas novedades, como era la introducción en el propio cursillo de la celebración comunitaria de la penitencia.

Con motivo de su elección por el secretariado para ir de rectora a uno de los primeros cursillos mixtos renovados, M.ª Carmen Valdé, mi esposa, comentó con Eduardo su perplejidad por las dificultades surgidas en la formación del equipo y los rollos que se debían dar en el cursillo. Haciendo uso, una vez más, de su decisiva lucidez, Eduardo la invitó a que fuera tranquila y a que hiciera lo que el espíritu y su sentido común le indicaran.

M.ª Carmen intentó llevar a cabo el cursillo como siempre lo había hecho, a pesar de que el secretariado le había manifestado, quince días antes del cursillo, que si no se ceñía a los nuevos cambios era mejor que lo dejara.

Fue al cursillo con muchas presiones por parte de los consiliarios, e incluso la clausura fue dirigida por el secretariado, en el sentido en que se dejó hablar tan sólo a algunos de sus componentes, con las intervenciones leídas y previamente preparadas.

Salió convencida que aquel cursillo no tenía nada que ver con los auténticos.

M.ª Carmen y yo decidimos abandonar la escuela diocesana, no sin antes indicar que seguiríamos trabajando para el Movimiento de Cursillos de Cristiandad.

Al año siguiente, varios dirigentes de las Ultreyas de Terrassa, Sant Boi y Esplugues, que asistían regularmente a la Escuela Diocesana, recibieron una carta del secretariado notificándoles que no contaban con ellos en el futuro, y que por ello ya no era preciso que siguieran formando parte de la misma. Casi todos los que recibieron la notificación habían asistido al cursillo de Cursillos celebrado en San Antoni de Vilamajor.

Los que abandonamos la Escuela Diocesana sentíamos la necesidad de unirnos y trabajar por los auténticos cursillos, deseábamos hacer cursillos, pero no veíamos la manera, hasta que conocimos a D. Juan Crespí, sacerdote castrense destinado a Barcelona, que nos propuso la posibilidad de hacer Acampadas de Cursillos junto a los militares y en la Diócesis Castrense. Hubo sus pros y sus contras, y pedimos a Eduardo que asistiera a una convivencia celebrada en Sarriá (Barcelona), cuyo rector fue Adolfo Redaño. Si bien nos animó a seguir trabajando apostólicamente, a aumentar nuestra esperanza en Cristo y nos llenó de su espíritu, no nos facilitó para ello ninguna receta, como era normal en él.

Nunca olvidaremos ese preciso momento en que, de camino al aeropuerto le hablamos de nuestras inquietudes, de nuestras dudas sobre el hacer cursillos- acampadas en la Diócesis Castrense con los militares. Eduardo nos recordó: “¿qué ha de conocer el dirigente? El ideal y la realidad, ¿no? pues vuestra realidad, para poder hacer cursillos ahora, sólo pasa por hacerlos de momento con los militares, más adelante ya los haréis como deben ser”.

A los dos primeros cursillos de mujeres que se hicieron en la Diócesis Castrense asistieron un equipo de dirigentes de Mallorca para ayudarnos en la nueva andadura. Al cabo de un año, tal y como predijo Eduardo, celebrábamos los cursillos de cristiandad fieles al método original de Mallorca.

En esta nueva etapa, Eduardo asistió en Barcelona a varias convivencias y cursillos de cursillos, y junto a él, también nos acompañaron en algunas ocasiones, el P. Toni Oliver, D. Francisco Suárez y D. Toni Pérez. Asimismo, nos han venido acompañando varios dirigentes de Mallorca, como Francisco Forteza, Toni Darder, Toni Bernat, Juan Aumatell, Jesús Valls, Miguel Sureda, Ramón Roselló, Mº Dolors Roselló, etc. etc.

- Convivencia 1979 en Sarriá

- Cursillo de Cursillos 1981 en Tiana

- Cursillo de Cursillos 1983 en Tiana

- Cursillo de Cursillos 1985 en Palma (asistimos cursillistas de Barcelona)

- Cursillo de Cursillos 1989 en Tiana (asistieron cursillistas de Mallorca)

De mi trato personal con Eduardo como cursillista y amigo quisiera destacar unas cualidades suyas que, a mi entender, destacaban sobre las demás:

* Un santo humilde y sabio

* Un hombre adelantado a su tiempo

* Un gran profeta, amigo de sus amigos

* Encarnaba las ideas y verdades que profesaba

* Un hombre lleno del Espíritu Santo

* Respetuoso con su propia libertad y extremadamente cuidadoso con el respeto y la libertad de los demás, a los que se abstuvo siempre de indicar lo que debían hacer

Para acabar, sólo expresar el gran agradecimiento que siento al Señor por haberme permitido conocer a un hombre tan extraordinario como Eduardo. Es como las estrellas que indican el rumbo a seguir en la vida.

¡¡DE COLORES!!

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