Anoche se celebró en Mallorca el cumpleaños de Eduardo Bonnín, fundador de los Cursillos de Cristiandad. Noventa primaveras de camino, verdad y vida resumen la biografía de Eduardo. Fueron dos actos multitudinarios: una misa y una cena. Asistieron personalidades de diferentes países, puesto que los Cursillos de Cristiandad, que nacieron humildemente en Mallorca, ya funcionan en todo el mundo. Los cursillistas más viejos y los más nuevos, los mallorquines y los extranjeros, a juzgar por el entusiasmo de sus conversaciones y sus rollos, dieron testimonio de su alegría y de su vivencia de hermandad universal.
Parecía una de esas cenas que organizan, para captar votos, los grandes partidos. La diferencia estuvo en que donde los políticos dicen «nosotros somos los mejores y los contrarios son los peores» los que rendían homenaje a Bonnín sólo proferían palabras de amor al prójimo, aunque el prójimo hablase en otra lengua o votase a un partido diferente.
En el fragor de las campañas electorales y en el fulgor de todas las culturas, miles y miles de personas en todo el mundo celebran los 90 años de Eduardo y la vigencia universal del cristianismo, fundamental evangelio del amor.