El viernes 9 de mayo de 2014 tuvo lugar en Palma de Mallorca el acto de inauguración de la calle, o mejor dicho del pasaje que lleva el nombre de nuestro querido amigo y fundador del Movimiento de Cursillos de Cristiandad.
Eduardo fue una persona sin afán de protagonismo, no era partidario de “hacerse notar”, de ahí que uno-a puede preguntarse: ¿Por qué un pasaje con su nombre? ¿Y por qué no una calle?
Un pasaje con el nombre de Eduardo es recordarlo en su ciudad natal, un homenaje para tenerlo presente como parte del camino, de nuestro camino, del camino vital de los que y las que en un futuro descubrirán que Dios les ama gracias a al movimiento de Cursillos de Cristiandad. Es un recordar para seguir en ese camino, siempre inacabado, en el que vamos y venimos, y en el que, aunque pasemos infinidad de veces, veremos las cosas de siempre con ojos nuevos. Un pasaje que nos conduce al bullicioso Mercado de El Olivar, lugar de ajetreo, de compra y venta, lleno de vida.
El Teniente de Alcalde de Cultura y Deportes, D. Fernando Gilet, quien estuvo muy acertado al destacar la curiosidad de que precisamente, este pasaje hasta ahora todavía sin nombre, estuviese tan cerca de dónde descansa en paz nuestro querido Eduardo y donde además allí en Capuchinos, en enero de 1949, donde entonces temporalmente se situaba la prisión provincial, Eduardo Bonnín y Andrés Rullán fueron testigos de la conversión de dos reos antes de ser ajusticiados a garrote vil.
A ver si a partir de ahora nos va a pasar que alguien nos parará por la calle y tendrá lugar la siguiente escena:
– Perdone, si es usted tan amable, ¿podría indicarme cómo llegar al Pasaje Eduardo Bonnín?
– Ah sí, ¿el fundador de los Cursillos de Cristiandad?
– Sí.
– Por supuesto, no faltaría más: mire, vaya usted hacia la calle de la Amistad, gire hacia la calle de la Alegría, a continuación llegará a la plaza del Cristo vivo, normal y cercano… ¡Pues nada, con estas instrucciones, encontrará usted el pasaje a pocos metros!
¡De colores!