En la España de los años 40, la Iglesia Católica buscaba formas de revitalizar la fe en una sociedad que enfrentaba cambios profundos. En este contexto, Eduardo Bonnín Aguiló percibió la necesidad de acercar el mensaje cristiano de manera más efectiva, especialmente a aquellos alejados de la fe.
El primer Cursillo de Cristiandad se llevó a cabo en 1944 en Cala Figuera de Santanyí, Mallorca. Su objetivo era ofrecer una experiencia de fe intensa en un corto periodo de tiempo, basada en la amistad, el testimonio personal y la reflexión profunda. Desde entonces, la metodología se fue refinando y consolidando.
En la década de 1950, el movimiento comenzó a expandirse a otros países, llegando primero a América Latina y luego a Estados Unidos y Europa. La sencillez y profundidad del método hicieron que se adaptara a diferentes culturas y contextos, manteniendo siempre su esencia original.
Los Cursillos de Cristiandad han influido en la vida de millones de personas, ayudándolas a reencontrarse con su fe y fortalecer su relación con Dios. Muchos participantes destacan la importancia del método en su desarrollo personal y espiritual, así como en la creación de comunidades cristianas activas.
A día de hoy, los Cursillos de Cristiandad siguen vigentes en todo el mundo. La Fundación Eduardo Bonnín Aguiló juega un papel crucial en la preservación y difusión de su legado, asegurando que las futuras generaciones puedan beneficiarse de esta experiencia de fe transformadora.