Volver atrás
4/MAR/2025
Juan Ruiz
Conocí a Eduardo Bonnín en 1977, en Los Ángeles, donde su autenticidad y humildad dejaron en mi esposa y en mí una "huella" imborrable. Su amistad reflejaba el amor de Cristo: natural, desinteresada y llena de alegría. Durante 30 años, nos enseñó con su ejemplo a vivir en amistad con Dios las 24 horas, siempre atento a nuestras preguntas y necesidades. Eduardo irradiaba sencillez, entusiasmo y fe, cualidades que siguen iluminando a quienes tuvimos el privilegio de conocerlo.

Escribir sobre la "huella" de nuestro amigo Eduardo en el mundo tiene por necesidad y esencia empezar por la "huella" de nuestro amigo en el que subscribe.

Yo viví la experiencia de un cursillo en octubre del año 1977 y Conchita, mi esposa, una semana después, en la Arquidiócesis de Los Ángeles California en Los Estados Unidos. Cuatro meses después de estos dos cursillos nos dimos cuenta de que Eduardo viajaba a México para participar en un Cursillo de Cursillos. Y como el asesor espiritual del Movimiento de Cursillos en español de la Arquidiócesis de Los Ángeles era de Mallorca (Monseñor Juan Matas) y conocía a Eduardo, le pidió que hiciera escala en Los Ángeles antes de ir a México para que le conocieran.

Una noche en la Escuela de Dirigentes anunciaron que el fundador del Movimiento de Cursillos de Cristiandad pasaría por Los Ángeles y que el Secretariado tendría una cena con él y que al siguiente día volaría a México. A mi esposa y a mí, cursillistas de apenas 4 meses, nos llamó mucho la atención y preguntamos, sin saber lo que era el Secretariado; "¿por qué únicamente el Secretariado podía conocer al fundador de este Movimiento?". Se hicieron varias preguntas y las respuestas no nos convencieron, así que les armamos una "revolución ordenada" para que Eduardo, en lugar de tener la cena con el Secretariado, llegara a la Escuela de Dirigentes. Y fue así cómo le conocimos y donde se inició la "huella" de Eduardo en la persona de Juan y Conchita Ruiz en la Arquidiócesis de Los Ángeles California.

Conocimos en Eduardo a una persona super humilde, sincera, auténtica y de una capacidad de amistad sobrenatural. Si en el cursillo yo, Juan Ruiz, había encontrado en Cristo Jesús al "mejor amigo", que durante 27 años había estado buscando, en Eduardo encontré esa amistad encarnada. Y aunque yo no sabía qué preguntarle y entendía muy poco todo lo que a una velocidad tan extraordinaria nos estaba diciendo, su sola persona me proyectaba todo lo que yo en ese tiempo estaba buscando y que en solo unos meses atrás había descubierto, de una forma sobrenatural, en un cursillo de cristiandad; "una amistad normal, natural, desinteresada, sincera y centrada en el Evangelio del mismo Cristo Jesús".

Este primer encuentro con Eduardo fue el punto de partida a una nueva aventura de aprender a vivir y convivir la amistad y el amor de Dios, en Cristo Jesús, de una manera normal, natural y cotidiana las 24 horas del día. Fue un empezar a ver, como él siempre decía, que “La vida era bonita, que las personas eran importantes y que valía la pena vivir". Tratando de aprender esta filosofía de Eduardo y ese Carisma que, desde un principio estábamos completamente seguros, El Espíritu Santo había depositado en El, mi esposa Conchita y su servidor, empezamos a leer todo lo que encontramos sobre Eduardo y el Movimiento de Cursillos de Cristiandad. Y como obviamente ya habíamos establecido una amistad con Eduardo, cualquier pregunta o duda se la hacíamos directamente a través de un fax o una llamada telefónica. Y sinceramente no recuerdo ni una sola vez que no nos haya contestado con una alegría como si fuéramos las dos personas más importantes del mundo. Y conste que sin importar el día o la hora que hablábamos, puesto que a veces no calculábamos bien el tiempo y lo hacíamos a deshoras de la noche. Por esta razón y muchas otras nunca perdimos la oportunidad de acompañarle cada vez que visitaba alguna parte de los Estados Unidos. De esta manera, aprendimos y convivimos con el mucho y tuvimos la oportunidad de servir juntos en varios talleres.

Esta amistad tuvo mucha transcendencia y solo fue creciendo y madurando durante los siguientes 30 años a través de cada encuentro, cada fax, cada llamada telefónica, con el compartimiento de cada plan apostólico, de cada idea, de cada dolor o alegría, con cada oración y con cada Eucaristía. Esta gran amistad, que el 6 de febrero del año 2008 cambio de humana a sobrenatural, porque desde ese día, no solo yo sino todos sus amigos, lo sentimos más cerca que nunca. Y desde donde está, que ha de ser muy cerca de su amado Jesucristo, estoy seguro de que sigue abogando por mí, por Conchita y por todos sus amigos.

Y esta misma "huella" que dejó en Conchita y su servidor en Los Ángeles California, la pude ver multiplicada en muchos otros amigos que también tuvieron el privilegio de conocerlo y convivir con él en diferentes Encuentros y talleres en Estados Unidos y en el mundo entero. En casi todos los lugares, dentro de los cinco continentes, donde he tenido el privilegio de viajar para servir a este bello Movimiento de Cursillos de Cristiandad, he podido confirmar cómo de una manera u otra Eduardo ha dejado esta misma "huella" y cómo le recuerdan con tanto cariño, respeto y admiración por su gran amor y amistad a todos los que le rodeaban. En América, Europa, África, Asia y Oceanía no ha habido una casa en donde me he hospedado o evento, donde no me mostraran una foto de Eduardo o contado sus experiencias de cuando le conocieron, del deseo de conocerle o la pena de nunca haberle podido conocer. Y, aunque las experiencias y anécdotas son diferentes, todos coinciden y confirman su autenticidad como persona "fiel al Evangelio, atento a las personas y abierto a la realidad".

Una de esta anécdota fue cuando viajó a Tucson Arizona donde se suponía que nosotros le estaríamos esperando. Para encontrarnos en Tucson, se suponía que él volaría directo a Tucson y que Conchita y yo volaríamos de los Ángeles a Tucson. Nosotros volamos a Tucson un día antes para esperarlo en el aeropuerto de Tucson. En cambio, él hizo escala en Los Ángeles el mismo día que nosotros volamos a Tucson y, como venía retrasado su avión, no alcanzó la conexión y perdió el vuelo a Tucson. Desde el aeropuerto trató de hablarme a mi casa en Los Ángeles para avisarme, pero nosotros ya estábamos en Tucson, en ese tiempo no contábamos con los teléfonos móvil. Total, como no nos encontró y no tenía otro vuelo hasta la mañana siguiente, se pasó toda la noche en el aeropuerto y nosotros en Tucson como locos porque no llegaba y no teníamos ni idea de dónde encontrarlo. En la mañana siguiente nos fuimos al aeropuerto para ver si llegaba en alguno de los vuelos y cuando finalmente llegó, con alegría nos contó la gran aventura y lo bien que había pasado en el aeropuerto toda la noche leyendo y mirando a las personas. ¡Éste era Eduardo! Y así, como esta aventura, el Señor nos regaló muchísimas otras más junto a nuestro amigo Eduardo.

Otra anécdota muy simpática pero que proyecta muy bien la sencillez y nobleza de Eduardo fue cuando fuimos al Vaticano a presentar un pequeño rollo al Consejo Pontificio para los Laicos. En esta ocasión viajaba Arsenio Pachón con Eduardo y nos reunimos en Roma. El lugar donde estaba la sala de conferencias era como en un laberinto y muy difícil de encontrar. En una ocasión, nos fuimos a la habitación de Eduardo para descansar un rato y como Eduardo se quedó dormido, Arsenio y yo decidimos dejarlo descansar y muy silenciosamente salimos de la habitación y nos fuimos a la conferencia ¿Pero ¿qué sucedió durante la conferencia?... Como a los 15 minutes después, apareció Eduardo un poco molesto porque le habíamos dejado en la habitación dormido. Pero lo más sorprendente de este caso fue, que había encontrado la sala de conferencias sin ningún problema. Sin embargo, su enojo con nosotros dos no duró mucho y el evento siguiente nos ayudó a que nos perdonara completamente. Fue el encuentro con el Papa Benedicto XI que no lo teníamos previsto. Fue un momento culminante no solo para Eduardo sino para Arsenio y su servidor. Pero aquí no acaba la anécdota... ¡Aún hay más!... Cuando Arsenio y Eduardo regresaban a Mallorca, después de la reunión con el Consejo Pontificio para los Laicos, sucede que los llevaron a la terminal del aeropuerto equivocada y cuando Arsenio pidió una silla de ruedas para llevar a Eduardo a la terminal correcta y le fue negada, como les quedaba poco tiempo para abordar y no sabiendo cómo llegar a tiempo, puso a Eduardo en el carro de las maletas sentado encima de ellas y así le llevó hasta la siguiente terminal. Cuando el mismo Eduardo nos lo contó, yo duré varios días con la risa imaginándome a Eduardo arriba de esa maleta y a Arsenio jalándolo en plena calle. ¡Lástima que a Arsenio nunca se le ocurrió sacarle una foto! Y, sin embargo, dice que Eduardo iba gozoso sobre su silla portátil.

En fin, que hay infinidad de anécdotas que podríamos contar para darnos cuenta de cómo la vida de Eduardo reflejaba perfectamente la Mentalidad, Esencia y Finalidad de ese Carisma que el Espíritu Santo depositó en su persona y que Eduardo vivió y convivió hasta el último momento de su vida.

Recuerdo que la última vez que lo vi y ya con su enfermedad avanzada, le dije, "mi amigo, qué ganas tengo de darte un abrazo, pero sé que te voy a lastimar” Su respuesta simplemente fue, "hombre no pasa nada, venga ese abrazo” y él mismo lo inició y nos dimos un fuerte abrazo que pienso que le lastimó. Pero también tengo la fe que, en ese momento, la Amistad que nos unía en Nuestro Señor, le suspendió el dolor por unos segundos.

Siempre unidos con Eduardo y con todos ustedes en cada Eucaristía.

Compartir
Regístrate
Disfruta de todo el contenido.
Accede a este contenido completo y descubre en profundidad el legado de Eduardo Bonnín. El registro es gratuito y solo te tomará un momento.
Contenido relacionado
Ir al legado
Reflexiones II: En busca de uno mismo
01/01/2014
Reflexiones II: En busca de uno mismo
Eduardo confeccionó muchas fichas para su uso personal, que frecuentemente utilizaba como guion cuando hablaba. Algunas de ellas contienen un solo pensamiento, pero hay otras que constituyen verdaderos esquemas, más o menos complicados, de difícil interpretación para el que no sea el propio autor. Como en dichas fichas se expone una parte importantes de su pensamiento, se pensó que se podían volver a escribir en una versión que fuera fácilmente asequible para todos, intentando en todo momento reproducir sus ideas con la máxima fidelidad, aunque era inevitable que se perdiera, al menos en parte, su peculiar y muy personal manera de expresarse. La dificultad aumentaba por el hecho de las fichas fueron redactadas, como se ha dicho ya, con el propósito de que sirvieran de ayuda en las intervenciones orales y nunca pensando en su publicación escrita. Este trabajo de adaptación fue iniciado por Guillermo Bibiloni, buen conocedor del tema y autor de una “Historia de Cursillos”, pero quedó incompleto, seguramente por la muerte de Guillermo, quedando olvidado entre los innumerables papeles de Eduardo, hasta que recientemente, se encontró el manuscrito, considerándolo un gran hallazgo. Esta parte, adaptada por Guillermo Bibiloni, es la que se publica ahora, dejando para más tarde la del resto de fichas, que siguen siendo objeto del trabajo de adecuación necesario para una lectura cómoda. Hace unos años se publicó un librito con este mismo título, escrito por Eduardo. Aunque es posible alguna coincidencia, el contenido de estas primeras “Reflexiones” y el de “Reflexiones II” es distinto, ya que entonces, al parecer, el autor no recurrió a las fichas que conocemos, sino a otras fuentes de su copioso archivo.
Sobre la
Fundación
Nuestro fin es preservar y difundir el legado que Eduardo Bonnín Aguiló, fundador de los Cursillos de Cristiandad, dejó al mundo.
Hazte socio
de la fundación
Tu apoyo es clave para continuar difundiendo el legado de Eduardo Bonnín. Al hacerte socio, contribuyes al desarrollo de proyectos que mantienen vivo su mensaje y permiten que más personas descubran la riqueza del carisma de los Cursillos de Cristiandad.
Suscríbete al boletín de la Fundación
Nombre
Email
Regístrate
Disfruta de todo el contenido.
Accede a este contenido completo y descubre en profundidad el legado de Eduardo Bonnín. El registro es gratuito y solo te tomará un momento.
Has tu aporte.
Puedes colaborar con un aporte único o periódico, por el monto que tú decidas. Tu ayuda contribuye con el mantenimiento de la Fundación. ¡Estamos agradecidos!
Email
Monto (EUR)
Gracias por tu mensaje.
Ha sido recibido por la Fundación y estamos trabajando para responderte lo antes posible.
Si tienes alguna otra consulta o necesitas más información, no dudes en contactarnos.
¡Te deseamos un gran día!
Gracias por tu suscribirte.
Muy pronto comenzarás a recibir el Boletín de la Fundación Eduardo Bonnín Aguiló en tu casilla de correo.
¡Te deseamos un gran día!