Los cursillistas destacan que esta experiencia les permite profundizar en su relación con Dios, llevándolos a una conversión auténtica. Durante los días del cursillo, los participantes viven momentos de reflexión, oración y compañerismo que dejan huella en su vida espiritual.
Uno de los pilares fundamentales de los Cursillos de Cristiandad es la comunidad. A través de la amistad y el apoyo mutuo, los cursillistas encuentran un entorno en el que pueden crecer espiritualmente y fortalecer su compromiso cristiano.
Muchos participantes de los Cursillos experimentan una renovación de su compromiso con la Iglesia y su misión evangelizadora. Tras vivir la experiencia, se integran activamente en sus parroquias y comunidades, contribuyendo con su testimonio y servicio.
A lo largo de los años, innumerables personas han compartido su testimonio sobre cómo los Cursillos han transformado su vida. Desde jóvenes hasta adultos mayores, la experiencia cursillista sigue siendo un motor de cambio y crecimiento espiritual.
Los Cursillos de Cristiandad no terminan con el retiro de tres días, sino que continúan con reuniones y grupos de seguimiento. Este acompañamiento permite que los frutos de la experiencia se mantengan y sigan dando vida a la comunidad cristiana.